14 de marzo de 2017

Monotonía

Hola:
Hoy escribo, un tanto diferente, pues es algo que había estado pensando ya hace tiempo. La paso muy bien contigo, me fascina hablarte; pero no quiero que nuestras conversaciones entren en la monotonía o lo que es peor aun, que te canses de mí... 
Y es que no quiero decirte lo mismo todo el tiempo, ni tampoco recibir la misma respuesta.
 Te propongo entonces que cuando sientas esa monotonía, cámbiame de tema, busca alguna escusa y así no más háblame de tus sueños o miedos, de tus locuras, de eso que te hace tan feliz y quisieras una y mil veces repetir... 
Miénteme, cuéntame algo totalmente descabellado, dime cosas que no tengan sentido.
Pero nunca nos dejes caer en la monotonía
Y por favor jamás dejes de hablarme. Amiga mía!!!
L.C. 2017

7 de marzo de 2017

Recordando a Alejandro Rosales "Sibidibidi"

Hoy tengo que rendirle un merecido tributo a alguien que muchos conocían como el Sibidibidi.

Me enteré que debido a un infarto, Alejandro Rosales de 49 años, sufrió un infarto la mañana de este domingo.

Le conocía desde antes de la televisión, era un joven muy amable que nos atendía en unas tortas y hamburguesas sobre Lázaro Cardenas en el Sur de Monterrey a las cuales he ido desde niña.

Después se hizo famoso y la gente que lo veía ahí lo saludaba con alegría y entusiasmo. Él siempre respondía a todas sus preguntas, platicaba con todos, era muy servicial, respetuoso y amable. "Coma con cuidado, despacito, no se vaya a ahogar", nos decía a veces.

Nos contaba que tenía dos trabajos, en el día repartía muestras de perfumes en el centro y en las noches atendía el puesto de hamburguesas. Con eso podía comprarle una estufa nueva a su mamá.

Vivía en la colonia República y me lo topaba muy seguido en el camión, incluso 3 semanas antes de su muerte lo vi, como siempre dándole el paso a las mujeres, ayudando a las viejitas a avisarles del camión que esperaban, ayudándolas a subir y platicando con las señoras todo el camino.

Además vendía dulces en el baile que se realiza todos los domingos en la plaza del casco de San Pedro, el cual dirige mi abuelo y donde a veces lo ayuda mi papá. Tenía guardados sus números telefónicos porque los quería mucho y quería tenerlos cerca. Cuando me lo topaba en las hamburguesas me preguntaba por ellos y les mandaba saludos.

Alejandro era muy querido por toda la gente que le rodeaba, dejaba una huella en cada persona que saludaba, todos lo cuidaban, a pesar de ser una persona tan inocente para su edad, jamás le pasó algo malo, siempre llevaba la suerte de su lado, el buen Dharma diría yo, que todas sus buenas acciones le trajeron buenas experiencias.

Llegó su momento sin previo aviso, falleció en paz, sin sufrimiento en un descanso eterno, que seguro donde sea que esté ahora, está sonriendo y ayudando como siempre lo hizo. Muchos lo vamos a extrañar y a recordar con mucho cariño.


Hasta luego, Sibidibidi.
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