12 de mayo de 2013

Goodbye Lenin



Prólogo:
Un tribunal integrado por Platón Sánchez y Manuel Aspiroz, condenó a muerte a Maximiliano, Miramón y Mejía siendo fusilados al pie del Cerro de las Campanas a las siete de la mañana del 19 de junio de 1867. Algunos curiosos del pueblo se aproximaron al lugar ese día y a una distancia moderada veían impasibles aquellas escenas. Maximiliano sacó de su bolso un puño de monedas de oro que repartió entre los soldados del pelotón, les pidió de favor que le apuntaran al pecho << a expensas de que su muerte fuera instantánea >>... Maximiliano separó su larga y rubia barba echándola hacia sus hombros y mostró su pecho. Se dio la indicación al pelotón y a la voz de "¡fuego!" se detonaron las descargas mortales. Siete eran los soldados que formaban parte del fusilamiento del Archiduque Maximiliano de Habsburgo, al lado de los generales conservadores Miguel Miramón y Tomas Mejía, sólo se habían encontrado seis balas en su cuerpo de las cuales tres habían infligido heridas mortales, uno de aquellos soldados se había negado rotundamente a disparar.
***
Este tipo de historias pocas personas las conocen y yo, estudiante médico, solitaria, fatigada de la vida y de todo tono rojizo y gris de atardeceres y tormentos, siempre me sentí atraída por los lados más enigmáticos de la historia universal y mexicana. Existen aquellos eventos que no tienen descripción, que siguen siendo un misterio en páginas blancas de anales enteros de guerra y derrocamiento. Cuerpos que flotan en ríos fríos, cuerpos congelados y mutilados de familias enteras en escarpados sismos de montes obtusos y bosques laberínticos; locura y demenciales acontecimientos imbricados en pintores, inventores, escritores y músicos de siglos en que el mundo aún se escondía en la oscuridad de los mitos y la ignorancia de la verdad. Pero... existen incluso verdades tan temibles que cimbran en las sienes de algunos un horror y un vértigo que dificultan cualquier respiración y que no pertenecen a la historia general, si no a la historia personal.

***
Foto del piso-acuario en Ying Yang

MOLLY: A LETTER TO LUCY

I.
Me siento a veces entre Escila y Caribdis,
cantando palabras sueltas de canciones complejas,
fastidiándome en oscuros rincones sin dormir,
sonriéndole a personas que nunca me han visto llorar.

Me siento al final de muchas decisiones,
platicando de abismos profundos con idiotas frecuentes,
pienso en lo que he perdido por siempre
y en lo que jamás había querido ganar.

Ciertas noches te busco en Twitter,
pensando en la desertificación de tu laboratorio,
en la oscuridad de la noche del parque en que tu risa
era un llanto desconsolado por mi traición.

No hace falta decir que siempre sentí miedo;
siento la tierra del suelo subiendo por mis piernas,
cada paso que he dado me ha  acercado a mi entierro
y siempre sentí miedo a tu mano tocándome entera.

Todas las cosas que siempre quise vivir
se han ido destilando en dudas y dunas de soledad,
me han sumergido en frías noches sin sueño
y me han alejado cada vez más de la realidad.

¿Recordarás los Malboros, a Barbie y el Blackpearl,
las noches en facebook a punto de colapsar de sueño?
¿Te acordarás de lo regalado los flyers y mi labial
aún cuando yo ya soy sólo un fantasma menos?

Siento un dolor punzante cruzándome el pecho,
desde ti, siempre miro sombras y figuras altas sin forma,
gritándome desde sus bocas invisibles hacia el techo.
Desde ti consumo Jägermeister y fumo fuera de cualquier norma.

Desde entonces ya no soy yo frente al espejo,
soy alguien con historias bajo los ojos y sonrisas extraviadas,
desde ti soy One day y Sunday girl,
porque después de ti no pude ser otra cosa.

II.
Hoy te vi en la noche de nuevo, bajo una feria de hojas
secas, muertas, temblando de miedo.
Mientras mis brazos perdían su fuerza,
mientras mi boca no podía gritarlo.

Tres cicatrices se quemaron en mi piel aquella noche,
y tú jugabas a ser Dios en plena entrada al infierno,
cuando antes propugnabas por protegerme
volando con tus ideas de alas rojas, tú ángel negro.

Ya no recuerdo la noche misma, bajo tantas pastillas,
en medio de beodos, distraídos y sofismas,
no recuerdo y prefiero pensar que no sucedió
pero viene y con ello siento que no puedo.

Miles de veces cruzaron filosas cavilaciones
como flechazos a mis memorias remitidas,
miles de veces el oxígeno se acabó y sólo quedó
de esa noche cien años de invierno.

Posgrados, I can't breathe, Palma de Mallorca,
vampiros, discos, impresionismo, Laika the russian space dog,
antidepresivos, Remedios, Correos y Clochards
un suicidio y a eso se resumen los más remotos recuerdos.

Tenía calles, tenía conversaciones,
tenía fotos de los lugares que recorría entonces,
tenía el cabello negro hoy es un nido vacío,
tenía una sonrisa y en su lugar quedó la ruina.

Tenía alma y se llenó con silencio,
tenía fe... y desde entonces no la recuerdo,
tenía vivas las manos, tenía muchísimo tiempo,
escuchábamos siempre Host of a ghost,

Y mientras el mundo afuera hablaba,
la guerra crecía, y el dióxido por los cielos,
éramos tú y yo, dos demonios aplastados por
luces incandescentes y un flash yendo y viniendo.

¿Qué era el mundo si no nosotros y nuestra muerte?
¿Qué era el tiempo si no un día del mes en Sunland?
¿Quién era quién desde un principio en el sofá
cuando sabíamos ambos que eramos el peor de los venenos?

Esos... son mis monstruos y esos son mis miedos.

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