7 de diciembre de 2012

*Como un cliché de milagros y lloriqueos.[5]


[Cuarta parte aquí]


Pero Febrero era el mes que menos me gustaba, como pronto serían los días y semanas del resto del mes, y del mes siguiente.

No había vuelto a verla. La había dejado ir sin siquiera preguntarle sí podía visitarla de nuevo o sí aquél hombre que me había abierto la puerta esa tarde de entrega de comida, era su amante. ¿Qué era eso que buscaba? ¿Quién era él? sin ser egoísta o presuntuoso, él ni siquiera iba con el estilo desairado y sencillo de ella.

Pero me había prometido una cosa: enviarme cartas todos los días, contándome sobre su vida. La correspondencia marchó adecuadamente, enamorándome, atándome, hasta la quinta carta dónde decía esto:


Elias:

Sé que prometí escribirte a diario. Sé que me has contado muchas cosas que no habían salido de tu boca antes. Debes saber que tus secretos son ahora tumbas para mi también. Pero ha llegado el momento y tú ya sabes mucho sobre mi, no tengo como defenderme y tampoco puedo quedarme. Tienes muchas ideas de izquierda que a nadie de los que velan por mi les gustaría conocer. Ahora John sabe de tus cartas, lo que ha complicado más la situación.

Por favor, no vuelvas a buscarme.

Quedo por siempre contigo, 

Greys.




 De pronto se cruzo una idea en mi cabeza que pudo darme un halo de ilusión: el nombre Johny escrito en la carta, ella de Alemania, Johnny Johnson de Alemania, ella venía para cumplir un capricho o algo así y él venía para darse a conocer por estás tierras. Luego el aspecto del tipo, aquella noche, el ojo de ella guiñándome, atrapándome, el taxi y el destino...

¡Ella había venido hasta México para verlo tocar!.

Quizá era su mayor fan o quizá.... Quizá ella era su novia.

Sentí como un balde de extremada agua fría caía sobre mi. Todo este tiempo alimentando esperanzas con una mujer que probablemente estaba servicial en la cama de otro.

Una furia infinita entró en mi al formular esas ideas. Tome mi chamarra y las llaves y salí lo más presuroso que pude afuera y justo cuando abría la puerta para dirigirme a no sé dónde, Wilfredo entra 'como Juan en su casa' con éxtasis en el rostro.

-¡No lo vas a creer!-Exclama mientras se echa al sillón.-Estaba caminado por la calle de Tonalá, cerca de ese cine porno al que íbamos cuando niños, cuando...

Dejé de escuchar lo que decía. Wilfredo era de esos a los que cualquier cosa que le pasa es de relevancia nacional, de esos que vomita comiendo higos y que no sabe nada de chicas. ¡Que sabía él de amor sí el destino era un reverendo idiota! Cuando de pronto Wilfredo, mi amigo, dijo el nombre del cantantucho ése:

-Así es, era Johnny Johnson y yo estaba ahí para salvar su vida. No sabes, Elias, me agradeció mucho. Me regaló boletos para su último concierto y me dio el número de su asistente para cuando...

-Boletos para su último concierto, ¿dijiste?. Lo interrumpí.

-Sí - Afirmó- su último concierto en México.- Dijo.- Pensaba llevar Ángela pero...

Sonreí. Con una sonrisa maléfica. Ahí podría encontrarla de nuevo.






Martha C.

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